Llego el día 4 ¡que nervios!, teníamos récord de inscritos, el parte meteorológico parecía un poco neurótico, cambiaba de opinión cada día. Teníamos las bicis eléctricas reservadas pero no podíamos cambiar de fecha. Uff ¡que nervios!. Menos mal que preguntamos a Alexa, que se puso en contacto con sus conexiones gallegas y nos aclaró la situación perfectamente, podía llover, o no, pero poco, … o mucho. Eso sí viento sur a raudales.
De nuevo muchas gracias a la Universidad que nos prestó sus bicis eléctricas, y al Colegio de Caminos que nos facilitó los chalecos, y a Decathlon, que aun nos quedaban barritas!.
La gente iba llegando, mirábamos al cielo con cara de susto y nos juntamos 43, y teníamos que recoger a gente por el camino ¡que de entusiasmo y valor!
Por fin, casi a la hora, arrancamos. En primer lugar tuvimos que pasar el túnel haciendo una cola larguísima y pasamos sin peligro. Recorrimos al carril del Paseo Pereda y todo el frente marítimo sin sobresaltos, una buena comparación con el carril de la Avda de los Castros, nuestra impresión del Santander ciclista mejoró bastante.
Llegamos a la dársena del Pesquero y tuvimos la primera parada, recordamos la última visita cuando Javier nos habló del puente levadizo y dedicamos un rato a conocer las infraestructuras portuarias, la lonja, el tráfico portuario… También pudimos prepararnos para la primera prueba del día, salir de Santander por la Marga.
Nos reagrupamos y adelante por el camino, salimos por el carril de la Marga con un poco de miedo y mucha precaución y una vez más aprendimos que muchos asistentes no conocían la salida. Conseguimos otro resultado, romper una barrera.
Seguimos hasta la pasarela de Nueva Montaña y recogimos a María y a varios nuevos participantes. Empezaba nuestra aventura. Atravesamos Maliaño y empezamos a percibir que todo iba a salir bien, Alexa habia acertado. En los tramos de uso compartido descubrimos como hemos avanzado en la relación entre peatones y ciclistas. Nos cuidaban como si fueran de los nuestros, en todos los casos nos sentimos protegidos por conductores que pasaban por allí. Llegamos a las marismas negras y tuvimos la primera parada. María Maza abrió el tarro de las pociones y nos dio una lección de realidad. Empezamos a conocer y entender la Bahía en la que vivimos. Bueno y nos presento a los pájaros y a unas amigas suyas que se llaman fanerógamas. ¡Y nos hicimos muy amigos!
Otra vez nos sorprendimos, ¡qué gente mas aplicada!, y !que momento mas interesante!. Los universitarios y otros docentes estábamos verdes de envidia
Después seguimos hacia Astillero, donde recalaremos en la próxima salida por otro camino. Algunos nos contaron sorprendidos que no conocían el recorrido Santander Astillero por Maliaño, nos encantó poder ayudar a hacer el “mapa mental” de nuestras vías ciclistas. Allí de nuevo nos dimos un “baño” de bahía, si María sigue nos bañamos en la ría, los rellenos, las mareas, las zonas inundables. Empezamos a entender el objetivo de hacer que los asistentes aprendan a conocer el mundo en el que viven y las fanerógamas con las que convivimos, que de verdad que son muy majas.
Aprendimos de nuevo como a lo largo de la historia hemos ido cambiando la Bahía y la hemos rellenado, hemos construido en su borde, hemos vertido rellenos… No entendemos como todavía nos habla. Además conocimos los carriles que comienzan en este punto que será uno de los mejor comunicados de la zona, nada menos que 6 itinerarios ciclistas pasan por este punto.
Nos preparamos para cruzar el puente y atravesar la carreteras, y adelante.
Cruzamos el puente sin novedad y nos llevamos una gran sorpresa, cruzar la carretera era uno de los hitos que nos preocupaba y habíamos ensayado, pero que sorpresa no tuvimos ni que esperar, los coches espontáneamente paraban para darnos paso, nos saludaban al pasar. Otra lección aprendida somos mejores de lo que nos tememos.
Después subimos por Los Agüeros hasta Pontejos, cruzamos de nuevo a la costa y llegamos al Barrio del Otero por la casona de Gómez Herrera y la Ermita de San Juan.
Aquí teníamos preparada la primera sorpresa del día, la llegada a la senda costera nos hace contener la respiración, hemos elegido ese sitio porque es uno de los mas sugestivos de la Bahía, cuando pasas por allí contienes la respiración. Bajas la cuesta y surge la Bahía a tus pies.
Nos situamos en el espigón y avanzamos hasta la punta. Desde allí veíamos 360 grados de Bahía, parecía que estábamos en un barco fondeado. María atacó de nuevo y aprendimos de todo, pero sobre todo a vivir en esta Bahía. Fue increíble ver las caras de los que llegaban aquí por primera vez, y de repente empezaron a entender todo lo que pasa aquí, y lo que ha ocurrido en el pasado. Y una vez mas, ¡qué charlas mas interesantes! y ¡qué gente más aplicada!.
Aquí se nos apunto gente por todas partes hasta por el aire venían oiga.
Después seguimos hasta Gajano, y pudimos apreciar la riqueza de las marismas, se acercaron unos amiguetes de pluma blanca y aprendimos a reconocer lo que es natural y lo que no lo es tanto, también percibimos como el entorno natural contribuye a nuestra vida en la Bahía. La sensación de que aprender y entender nos enriquece flotaba en el ambiente.
Desde ahí nos lanzamos a la segunda sorpresa de la salida, subimos al Urro de Elechas y de nuevo se hizo la magia, la Bahía a nuestros pies. Una pizarra en la que se contempla toda la Bahía y se entienden sus dinámicas como un libro abierto, bueno si tienes a la profesora María que te engancha y te descubre un nuevo mundo. Los rellenos, los dragados, la espartina, (una cuñada de las fanerógamas que ya casi son de la familia), los pescadores, los ganaderos, los mariscadores, el puerto la ciudad…Incluso hablamos de dinero. Quién paga los costes, cómo funciona el puerto. Un poco de magia, y salimos de allí sintiéndonos mejores y cada vez mas amigos.
Bueno y tocaba volver otra vez el camino de vuelta. El Urro, la senda costera, el Otero, los Agüeros, el puente de Pontejos, Astillero, Las marismas, la pasarela de Nueva Montaña, el Barrio Pesquero, Puertochico y a devolver las Bicis a la Universidad.
En cada parada una despedida a los amigos que se iban quedando camino de su casa, todos con una sonrisa de satisfacción, y una mochila cargada de conocimiento, comprensión del medio, sentimientos y ganas de montar en bici para conocer el mundo. No habíamos considerado como resultado la creación de un grupo de amigos, pero de nuevo nos despedimos sintiéndonos acompañados. Nos encantó ver como personas que nos vieron pasar en la primera salida se quedaron con nuestra web y se apuntaron a la segunda. Lección aprendida, resultados conseguidos. Prueba superada.
Y volvemos a la reflexión de partida 200,000 personas no pueden vivir juntas si no hacemos un esfuerzo por conciliar nuestros intereses.Y en ese esfuerzo la ingeniería (civil, ambiental, industrial, naval,….) es un agente facilitador imprescindible. La Bahía nos soporta, porque físicamente es nuestro espacio, y por que le hemos hecho toda clase de perrerías, pero ¡sorpresa!, aun nos habla.
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Cuando nos imaginamos la costa pensamos en una orilla, pero ciertamente es mucho más que eso, en la transición entre el mar y la tierra solemos instalar multitud de elementos construidos, que son los que dan forma a la costa y a la sociedad costera.
Queremos que lo conozcáis y sepáis cuidarlo
Aquí os dejamos un pequeño esquema, por si queréis volver por allí con más amigos.